La temporada de los Lakers terminó con una derrota dolorosa de 103-96 ante los Timberwolves, en un juego que ejemplificó sus principales fallos. A pesar de dominar el tercer cuarto y acercarse en el marcador, el equipo solo logró anotar 16 puntos en el último tramo. James y Doncic, estrellas de la serie, no pudieron brillar cuando más se necesitaba, cerrando el primer cuarto con apenas uno de ocho tiros acertados.
Luka Doncic sufrió molestias en la espalda desde la primera mitad, y LeBron James abandonó la cancha cojeando en el último cuarto. Aun así, ambos regresaron en los minutos finales con la esperanza de revertir la historia. La pantalla mostró sus dorsales combinados sumando 100, como reflejo simbólico de lo que pudieron haber sido, pero nunca fueron.
La camiseta dorada de Doncic colgada en el vestuario de James reflejaba una asociación que generó ilusión, pero que terminó en decepción. Durante la campaña, los Lakers apostaron por agresivas decisiones técnicas, como el cambio de Finney-Smith por Hayes, sin lograr alterar el rumbo de la serie. Gobert castigó con 27 puntos y 24 rebotes, mientras Edwards, pese a un mal porcentaje, mantuvo la intensidad.
La ofensiva de los Lakers nunca encontró consistencia. Reaves apenas aportó 12 puntos, y aunque hubo intentos de remontada, la defensa de Minnesota dominó cada cierre de partido. Los Lakers no supieron aprovechar los errores del rival, como los 40 triples fallados por los Timberwolves. Incluso con la localía a su favor, fueron superados física y mentalmente.
Esta eliminación significa otro golpe a la narrativa angelina. Es la primera vez que caen en primera ronda siendo cabezas de serie #3 o superior. Además, el equipo tiene un registro de 2-12 en sus tres últimas series de playoffs. El sueño terminó temprano, y la camiseta de Doncic seguirá guardada en el vestidor como un recuerdo de lo que no fue.