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Tecnología y reingeniería de procesos: el futuro de la mejora continua

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de observar cómo la reingeniería de procesos, apoyada en la tecnología, ha transformado no solo empresas, sino industrias enteras. Estuve revisando algunos casos de éxito en donde la aplicación de nuevas tecnologías, como la automatización y la inteligencia artificial (IA), han permitido que las organizaciones optimicen sus operaciones de manera impresionante, reduciendo costos, mejorando la eficiencia y, sobre todo, logrando una mayor satisfacción de sus clientes. En un entorno tan competitivo como el actual, no es suficiente con hacer pequeños ajustes; las empresas deben repensar por completo cómo están operando para poder sobrevivir y crecer.

La tecnología no es simplemente una herramienta que mejora lo que ya existe; es una fuerza transformadora que permite a las organizaciones rediseñar todo desde cero. En la actualidad, la reingeniería de procesos está íntimamente ligada a avances tecnológicos como la automatización, el análisis de grandes volúmenes de datos (Big Data) y la inteligencia artificial. Estos avances permiten no solo hacer más con menos, sino hacerlo de manera más inteligente y en menor tiempo.

Tomemos el caso de la automatización robótica de procesos (RPA, por sus siglas en inglés), que está permitiendo que las tareas repetitivas y de bajo valor agregado sean delegadas a software inteligente. Esto libera a los empleados para que se enfoquen en actividades de mayor valor estratégico, como la toma de decisiones o la innovación. En México, algunas empresas ya han comenzado a implementar RPA en sus operaciones, logrando reducir los errores humanos y acelerando significativamente sus tiempos de respuesta.

En este sentido, el análisis predictivo, basado en grandes volúmenes de datos, también está desempeñando un papel fundamental en la reingeniería de procesos. Un informe del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital de España reveló que el uso de Big Data por parte de las empresas aumentó al 13.9% en 2023, lo que representó un incremento significativo en comparación con el año anterior. Asimismo, algunos informes señalan que las empresas que adoptan Big Data logran aumentar su eficiencia en un 25%.

Uno de los casos internacionales que me viene a la mente es el de General Electric (GE), que ha implementado inteligencia artificial en sus procesos de mantenimiento predictivo. Gracias a la analítica avanzada y machine learning, GE ha logrado reducir el tiempo de inactividad de sus máquinas en un 10%, lo que se traduce en millones de dólares ahorrados anualmente. Esta transformación es un ejemplo claro de cómo la reingeniería de procesos puede generar ahorros significativos y mejorar la eficiencia operativa de manera sostenible.

A nivel nacional, también estamos viendo avances significativos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México existen 5 millones 541,076 negocios, de los cuales el 98.7% son micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Estas empresas han comenzado a adoptar tecnologías avanzadas para mejorar su productividad. Por ejemplo, una empresa mexicana del sector manufacturero implementó un sistema de gestión basado en IA para optimizar su cadena de suministro, reduciendo en un 40% los tiempos de entrega y disminuyendo en un 20% los costos operativos.

En México, la reingeniería de procesos impulsada por la tecnología no es solo una oportunidad, es una necesidad. 

Sin duda, la tecnología no es solo una herramienta para mejorar los procesos existentes; es el catalizador que permite a las empresas reinventarse. Con el uso de herramientas como la inteligencia artificial, el análisis de datos y la automatización, las empresas mexicanas pueden mejorar su eficiencia operativa y asegurar su competitividad en un entorno global cada vez más desafiante.

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Tecnología y seguridad: Un futuro prometedor en México

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

La seguridad en México siempre ha sido un tema complejo y de interés nacional. Hoy, sin embargo, estamos ante una nueva etapa en la que la tecnología se coloca como pieza clave para enfrentar el crimen y mejorar la seguridad pública. Tras seguir de cerca el anuncio de la nueva estrategia de seguridad presentada por la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, me percaté que los cuatro ejes que trazaron muestran una clara evolución hacia un enfoque más moderno, eficiente y tecnológico, basado en la inteligencia y la colaboración.

Uno de los aspectos más relevantes de esta estrategia es el fortalecimiento de la inteligencia y la investigación. García Harfuch explicó que no se trata solo de reaccionar ante los delitos, sino de anticiparse a ellos mediante el uso de herramientas tecnológicas avanzadas para el análisis de datos y la identificación de patrones delictivos. En varios países, he tenido la oportunidad de observar cómo el uso de inteligencia artificial ha transformado los cuerpos de seguridad, permitiendo a las autoridades actuar con mayor rapidez y reducir significativamente los índices de criminalidad en zonas de alta incidencia.

La implementación de tecnologías como big data y algoritmos predictivos en la detección y neutralización de actividades criminales representa una oportunidad enorme para México. En este sentido, la creación de la Subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial permitirá que los analistas y técnicos traduzcan la inteligencia recabada en campo en información procesable, logrando que los operativos sean más precisos y efectivos. Además, se reforzarán las capacidades tecnológicas, lo que permitirá a las autoridades enfrentar con mayor solidez las redes del crimen organizado.

Otro de los puntos fundamentales es la consolidación de la Guardia Nacional, que, dentro de la Secretaría de la Defensa, buscará fortalecer su disciplina y capacidades operativas. En varios países, hemos visto cómo el uso de tecnología ha sido vital en cuerpos de seguridad similares. Por ejemplo, en algunos países se han implementado sistemas de vigilancia con drones y cámaras inteligentes que permiten monitorear zonas de alto riesgo en tiempo real, mejorando la respuesta ante incidentes. Con las capacidades tecnológicas adecuadas, México podría seguir esta ruta y garantizar una mayor seguridad para los ciudadanos.

La coordinación entre el gabinete de seguridad y los gobiernos estatales también es un aspecto central de la nueva estrategia. García Harfuch habló de la necesidad de trabajar en estrecha colaboración con los gobernadores de los estados más afectados por la violencia, como Guanajuato, Jalisco y Baja California. Esta coordinación no solo implica una acción conjunta, sino también la posibilidad de que la tecnología funcione como un puente entre las diferentes instituciones de seguridad. Sistemas integrados de información pueden facilitar la comunicación en tiempo real entre distintas instancias, asegurando una respuesta más ágil ante emergencias.

En términos de atención a las causas, Sheinbaum ha subrayado que la reducción de la pobreza y la creación de oportunidades para los jóvenes es una prioridad. Este enfoque no solo combate el crimen desde su raíz, sino que también aprovecha la tecnología para acercar programas sociales y educativos a las comunidades más vulnerables. Hace unos días leí sobre cómo plataformas digitales en países como Estonia han transformado el acceso a servicios públicos, permitiendo a los ciudadanos interactuar con su gobierno de manera más eficiente y segura. Este tipo de soluciones también tiene un gran potencial en México.

Es así que la estrategia de seguridad trazada por la presidenta Sheinbaum y el secretario García Harfuch nos muestra un camino hacia un futuro más seguro, donde la tecnología juega un papel crucial. No se trata solo de modernizar las instituciones de seguridad, sino de utilizar las herramientas tecnológicas más avanzadas para anticiparse al crimen y proteger a las familias mexicanas. Sin duda, estamos frente a una nueva era en la que la seguridad y la tecnología caminarán de la mano.

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La importancia de la educación en ciberseguridad para grupos vulnerables en México

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

La era digital ha traído consigo un sinfín de oportunidades, pero también retos complejos en materia de seguridad. Hace poco leí que en México, el número de usuarios de internet ascendió a 97 millones de personas durante 2023, lo que representa el 81.2% de la población mexicana, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) del Inegi. Esta cifra refleja el impacto que tiene la conectividad en la vida diaria de los mexicanos. Sin embargo, con el acceso masivo a internet, surge una creciente preocupación por la ciberseguridad, especialmente en grupos vulnerables que carecen de la educación adecuada para protegerse en línea.

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de analizar el impacto de la tecnología en diferentes sectores, y uno de los temas más críticos hoy en día es la falta de educación en ciberseguridad, tanto en la población en general como en sectores marginados. Las personas mayores, los niños, adolescentes y quienes viven en comunidades rurales son, sin duda, los más expuestos a las amenazas del cibercrimen debido a su falta de conocimiento en esta materia. Estos grupos enfrentan riesgos que van desde el robo de identidad hasta la extorsión, lo que pone en peligro tanto su seguridad personal como económica.

En mi experiencia, la ciberseguridad no debe ser tratada únicamente como un tema técnico o empresarial; debe ser un pilar educativo desde temprana edad. En México, el reto es grande, pero también hay avances importantes. Aquí contamos con el programa «Habilidades Digitales para Todos”, impulsado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), que busca integrar la ciberseguridad en los planes de estudios de educación básica y media superior. Además, instituciones como la UNAM y el Tecnológico de Monterrey han desarrollado cursos y programas enfocados en fortalecer la cultura de ciberseguridad entre los jóvenes. No solo brindan herramientas para protegerse en línea, sino que también fomentan la conciencia sobre cómo identificar y prevenir fraudes digitales.

Asimismo, la implementación de programas de alfabetización digital para adultos mayores es esencial. He tenido la oportunidad de participar en talleres donde las personas de la tercera edad manifestaron su frustración ante las amenazas digitales que enfrentan, desde correos electrónicos fraudulentos hasta el mal uso de sus datos bancarios. Estos grupos no solo necesitan acceso a la tecnología, sino también una educación continua que les permita navegar de manera segura en un entorno digital cada vez más complejo.

El futuro de la educación en ciberseguridad en México debe estar marcado por una estrategia integral que incluya a todos los sectores de la sociedad. Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reportó que invertir en ciberseguridad tiene un impacto directo en el crecimiento económico de los países, lo que refuerza la importancia de fortalecer esta área. Con la próxima administración mostrando interés en seguir desarrollando la infraestructura digital del país, se abre la puerta a una mayor inversión en educación en ciberseguridad, particularmente para los grupos más vulnerables.

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Tecnología y educación: un camino hacia la eficiencia en el gasto público

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

Hace poco, tuve la oportunidad de revisar un informe de la UNESCO sobre la implementación de sistemas de gestión administrativa en América Latina, y me hizo reflexionar sobre las enormes áreas de oportunidad que tiene el sector educativo en México para eficientar sus procesos y, sobre todo, optimizar su presupuesto. La tecnología, cuando se utiliza de manera inteligente, puede ser un aliado formidable para enfrentar los retos que nuestra educación enfrenta, especialmente en un país tan grande y diverso como el nuestro.

En México, se invierte una cantidad considerable en educación. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el presupuesto destinado a este sector en 2023 fue de alrededor de 420 mil millones de pesos. Sin embargo, la realidad es que gran parte de este monto se pierde en procesos administrativos que ya podríamos catalogar de ineficientes y burocracia. Aquí es donde la tecnología tiene un papel fundamental que jugar. La adopción de sistemas de control de gestión y administración de nóminas podría liberar recursos que podrían ser invertidos directamente en la mejora de la calidad educativa.

Para saber más, consulté un estudio del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), donde se discutía la necesidad urgente de modernizar la administración escolar en México. Las tareas administrativas representan uno de los mayores costos ocultos en el sistema educativo, en donde se desvían recursos y tiempo que podrían destinarse a mejorar la infraestructura escolar o a capacitar a los docentes. La implementación de sistemas de gestión escolar basados en inteligencia artificial y big data permitiría un seguimiento más preciso de los recursos y reduciría significativamente el tiempo dedicado a tareas administrativas.

Un ejemplo que me llamó la atención es lo que ha logrado Finlandia, un país que ha estado a la vanguardia en el uso de la tecnología en la educación. A través de la integración de sistemas de gestión escolar, Finlandia ha logrado reducir el tiempo dedicado a tareas administrativas en un 15%, permitiendo que los docentes se centren más en la enseñanza. La clave de su éxito ha sido la inversión constante en tecnología y la capacitación del personal para utilizarla de manera efectiva. Este es un modelo que perfectamente podríamos adaptar en nuestro país.

En nuestro país, existen señales prometedoras de que se están tomando pasos en la dirección correcta. La próxima administración federal, que será encabezada por Claudia Sheinbaum, ha manifestado su interés en modernizar el sistema educativo y adoptar tecnologías que permitan un uso más eficiente de los recursos. Es un gran avance, ya que, si logramos integrar sistemas de gestión administrativa y de nóminas en las escuelas públicas, podríamos liberar miles de millones de pesos que podrían invertirse en mejorar la calidad de la enseñanza.

La tecnología no es una solución mágica que resolverá todos los problemas de nuestro sistema educativo, pero es, sin duda, una herramienta poderosa que puede ayudarnos a hacer más con los recursos que ya tenemos. Al final del día, el objetivo es claro: queremos un sistema educativo que brinde a nuestros niños y jóvenes las herramientas que necesitan para construir un futuro mejor. 

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