En el competitivo mundo del automovilismo, la presión puede convertir a un piloto en leyenda o llevarlo al olvido. En el caso de Max Verstappen, el camino hacia la gloria estuvo marcado por un entrenamiento riguroso y, según algunos testimonios, implacable. El piloto francés Pierre Gasly, quien compitió con Verstappen desde la infancia, reveló en el documental “Né pour gagner” (Nacido para ganar) detalles impactantes sobre el trato que recibía Max por parte de su padre, Jos Verstappen, durante sus primeros años en el karting.
Gasly relató un episodio particularmente revelador tras una carrera en España, donde él se alzó con la victoria y relegó a un joven Max al segundo lugar. La reacción de Jos, según el relato, fue explosiva. Gasly describió cómo el padre del actual campeón del mundo increpó a su hijo con gritos e insultos en holandés e inglés, creando una atmósfera tensa e incómoda.
La reprimenda no terminó ahí. Según Gasly, Jos Verstappen arrebató el casco a su hijo y lo echó de forma abrupta, exigiéndole que regresara a la carpa . “No, sal de aquí!, ¡Vuelta a la carpa!, ¡Ni siquieras puedes ganar una de tus carreras!”, fueron las palabras que, según el testimonio de Gasly, marcaron ese tenso momento . Esta experiencia llevó al francés a concluir que la presión sobre Max era “obvia, una presión intensa carrera tras carreras”.
A pesar de estas declaraciones, Jos Verstappen ha negado rotundamente haber maltratado a su hijo. En el documental “Verstappen: Anatomy of a champion”, el expiloto de Fórmula 1 justificó sus métodos como una forma estricta de educación, con el objetivo de forjar el carácter ganador de su hijo: “Yo no abusé de Max, yo lo crié, fui duro con él. Ese era mi plan, quería que aprendiera a pensar, muchas personas no imaginan lo que se necsita para alcanzar la cima en un deporte”. Lo cierto es que la historia de Max Verstappen, desde sus inicios hasta convertirse en triple campeón del mundo, es un ejemplo innegable del impacto de la disciplina y la exigencia en la formación de un campeón, aunque el debate sobre los límites entre la presión y el apoyo parental sigue abierto.