Desde los años 30, el boxeo mexicano ha sido una fuente constante de orgullo y éxito en los Olímpicos. Francisco Cabañas fue el primero en abrir el camino al obtener una medalla de bronce en la categoría Mosca en Los Ángeles 1932. A lo largo de las décadas siguientes, otros grandes nombres se unieron a esta lista de leyendas, como Fidel Ortiz con su bronce en Berlín 1936 y Juan Fabila Mendoza, quien también alcanzó el tercer puesto en Tokio 1964.
El año 1968 fue especialmente destacado para México, ya que, siendo anfitrión de los Juegos, sus boxeadores brillaron en casa. Ricardo Delgado Nogales y Antonio Roldán se coronaron campeones olímpicos al ganar medallas de oro en las categorías Mosca y Pluma, respectivamente. Además, Joaquín Rocha y Agustín Zaragoza se sumaron al medallero con sendos bronces en las categorías Completo y Gallo. A lo largo de los años, otros pugilistas como Alfonso Zamora, Juan Paredes Miranda y Héctor López Colín continuaron sumando preseas, demostrando la calidad del boxeo mexicano.
En los años más recientes, Mario González y Christian Bejarano lograron mantener viva la tradición al obtener bronces en Seúl 1998 y Sidney 2000, respectivamente. La última medalla obtenida en el boxeo olímpico por México fue gracias a Misael Rodríguez, quien se alzó con el bronce en la categoría de 75kg en Río de Janeiro. Con un total de 14 medallas olímpicas (contando la de Marco), el boxeo se posiciona como la segunda disciplina que más preseas ha dado a México, solo por detrás de los clavados. Ahora, con Marco Verde próximo a enfrentar al británico Lewis Richardson, México tiene la oportunidad de buscar la presea dorada y seguir enriqueciendo su legado pugilístico.