El torneo de futbol olímpico en su rama varonil arrancó con un escándalo que pasará a la historia.
Al minuto 49 Marruecos le ganaba 2-0 a Argentina, dando la gran sorpresa del torneo, pero al 68’ Giuliano Simeone puso el 2-1. Al 90’ el cuarto árbitro indicó que se agregarían 15 minutos, por lo que el equipo argentino se volcó al frente hasta encontrar el empate en la última jugada, por lo que los sudamericanos celebraron al tiempo en que había imágenes de algunos jugadores argentinos estremeciéndose por una bengala que les fue arrojada en su dirección. Entonces se dio una invasión a la cancha y el árbitro sueco Glenn Nyberg sacó a los jugadores del campo.
Todos asumieron que el juego había terminado. Las páginas de resultados señalaron el final del partido, pero no fue así, porque más tarde el sitio web de los Juegos Olímpicos mostró que el partido estaba «interrumpido».
Mientras eso sucedía, el VAR, liderado por Paolo Valeri de Italia, realizaba sus controles habituales en la jugada del empate a dos goles.
El juego había sido detenido durante una hora y media cuando llegó la noticia de que el dramático empate de Argentina había sido anulado por fuera de juego.