Evan Gershkovich, periodista del diario The Wall Street Journal, fue acusado de espionaje, declarado culpable por un tribunal de Ekaterimburgo y sentenciado a 16 años en una colonia penal de alta seguridad, tras un breve juicio a puertas cerradas. El gobierno de Estados Unidos condenó el fallo como una farsa.
Gershkovich, de 32 años, quien ha dedicado gran parte de su carrera a contar la historia de Rusia, ha pasado más de un año en prisiones rusas desde que fue detenido por los servicios de seguridad en marzo de 2023.
Dos semanas después el Departamento de Estado de Estados Unidos lo calificó como detenido injustamente y pidió su liberación inmediata. Sin embargo, funcionarios estadounidenses y occidentales han acusado a Rusia de utilizar a Gershkovich y a otros extranjeros encarcelados como moneda de cambio para posibles intercambios de prisioneros.
De acuerdo con The Wall Street Journal, Evan Gershkovich “se mudó a Moscú en 2017 e hizo su vida en la capital rusa, donde se unió a ligas de broomball y fútbol y anduvo en bicicleta con amigos”.
Después se mudaría a Londres durante la invasión rusa a Ucrania, pero viajaba regularmente a Rusia para informar y escribir historias, cuenta el diario estadunidense.
Fue arrestado en un restaurante durante un viaje para un reportaje para The Wall Street Journal y enviado a la prisión Lefortovo de Moscú, donde estuvo encerrado en una celda durante 23 horas al día durante casi 15 meses. Recientemente fue trasladado a Ekaterimburgo para el juicio.
“Evan Gershkovich prosperó mientras informaba sobre Rusia. Acampó en un bosque durante días para cubrir los incendios forestales que asolaban Siberia, profundizó en el opaco mundo de la toma de decisiones de Vladimir Putin en tiempos de guerra y observó cómo se encarcelaba cada vez más a disidentes y periodistas”, describe WSJ.
El rápido cierre del caso se produce apenas unas semanas después de que Gershkovich apareciera por primera vez en una jaula de cristal con la cabeza recién afeitada al comienzo de su juicio el 26 de junio.
Ese día, Gershkovich estaba de pie, cruzado de brazos, sonriendo ocasionalmente y saludando a la multitud de reporteros.